Hace unos años, empezó a extenderse una peculiar moda entre los entusiastas del automóvil: la de dejar objetos decorativos en sus vehículos. Quizás el ejemplo más conocido sea el de los propietarios de Jeep, quienes acostumbran a colocar patos de goma en la carrocería de otros Jeep que encuentran aparcados, un gesto que se conoce como ducking. Lo que comenzó como una broma inocente se ha convertido en una auténtica tradición, creando una divertida conexión entre los miembros de esta comunidad.
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Esta tendencia no se ha limitado solo a los Jeep. Otros fabricantes y modelos han visto cómo sus conductores adoptaban costumbres similares, como los aficionados de Subaru que exhiben vacas de juguete en sus vehículos. Estos pequeños detalles, a menudo compartidos y comentados en redes sociales, reflejan un sentido de pertenencia y camaradería. Son una forma sutil, pero efectiva, de reconocer a otros apasionados por la misma marca o modelo.
En esencia, esta moda va más allá de una simple decoración. Se trata de una manifestación de la cultura automovilística, donde los propietarios expresan su identidad y su pasión por sus coches. Estos objetos se convierten en una especie de tarjeta de visita silenciosa, generando conversaciones y sonrisas entre desconocidos que comparten una afición común. Es una forma de añadir un toque personal y juguetón a la experiencia de poseer un vehículo. Aunque sí hay un país que lleva muchísimos años colocando botellas de plástico en los techos de los coches aparcados, ese es Argentina.

Eludiendo a Hacienda
Cuando una persona coloca una botella encima del techo de su coche en Argentina, está diciéndoles a los demás usuarios de la vía que ese vehículo está en venta. Esta práctica hace años que se institucionalizó. Según cuentas los registros, en la década de 1940, la Dirección General Impositiva (DGI), Organismo encargado de la aplicación, percepción, recaudación y fiscalización de impuestos nacionales en la República Argentina, cobraba un tributo por la venta de coches usados. De ahí que el “ingenio popular” buscó un código visual para evadirlo.
Así, actualmente se sigue empleando esta práctica. La botella de agua en el techo es una señal que indica que el vehículo está en venta. Es una forma económica y efectiva de llamar la atención de los posibles compradores que transitan por esa calle. Al pasar al lado de un automóvil con una botella en el techo, los interesados pueden reconocer inmediatamente que el propietario está interesado en venderlo.
Método más barato
En principio, en el territorio argentino, a diferencia de España, en dónde sí que está prohibido, no es ilegal colocar carteles de “Se Vende” en los automóviles. Sin embargo, las regulaciones pueden variar dependiendo de la jurisdicción local. Las autoridades, no obstante, sí que buscan mantener el orden y la estética urbana para evitar distracciones en el tránsito, por lo que más que la botella en el techo, pueden sancionar a los propietarios para evitar los estacionamientos prolongados de esos vehículos en una misma plaza de aparcamiento.
En definitiva, la botella en el techo, a diferencia de otros métodos de venta del vehículo que pueden implicar costos adicionales, como los anuncios en webs especializadas o en periódicos, es un método informal y barato. Asimismo, la botella en el techo es fácilmente visible tanto para peatones como para otros conductores. Esta visibilidad aumenta las probabilidades de que alguien interesado en comprar un coche usado se detenga para obtener más información o para negociar la compra.

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