Mini Cooper Cabrio: el ‘juguete’ más divertido que se puede tener para el buen tiempo

Parte de un precio de 33.615 euros, es decir, no es un coche económico. Por eso se le pueden exigir ciertas mejoras.

Mini
El Mini Cabrio es un coche que se disfruta, sobre todo, a cielo abierto.

El Mini Cabrio ya es un modelo obligatorio dentro del portfolio de la marca. Lo es desde 2004, cuando se lanzó su primera generación. Y ahora, la marca dice que se trata de una actualización del modelo actual, que ya también era un restyling de la tercera.

Total, que aquí está el nuevo Mini Cabrio, un coche divertido de conducir, pero no apto para quien busque espacio o confort a bordo.

Carrocería algo diferente

Y es que, para empezar, los pilotos traseros no se han ‘triangulizado’ tanto como en el modelo carrozado. Y por supuesto, su capota obliga a que el portón trasero se abra de la misma forma que se baja un portón en un pick-up.

Mini Cabrio
Para meter maletas más grande, se puede levantar la estructura de la capota con un ingenioso mecanismo.

Por delante nada cambia respecto a su hermano con techo duro en una carrocería que gira en torno a su capota de lona. Y de esta hay cosas que decir. En marcha, muy bien. Su aislamiento acústico está muy bien conseguido cuando está cerrada.

Pero lo incomprensible empieza por la acción de quitarla o ponerla. Lo primero: la mala ubicación del mando. En el medio del parabrisas, junto a las luces del habitáculo, un lugar lejano e incómodo para el conductor que, para colmo, tiene que mantener pulsado el botón con el brazo en alto todo el tiempo que requiere la capota para completar la operación requerida.

Mini Cabrio
El botón para quitar o poner la capota, junto al retrovisor central, está lejos y es incómodo de accionar.

También es verdad que esta capota no tarda mucho en ponerse o quitarse (18 segundos y hasta 30 km/h) pero ese botón, ya que hay que mantenerlo apretado, debería estar en la consola central, entre piloto y copiloto, en una posición más accesible y, sobre todo, cómoda.

Por cierto, en el proceso de apertura se para una primera vez en el que se abre a modo de techo solar y donde el techo se desplaza hacia atrás 40 centímetros.

A bordo, con la capota plegada, se notan bastantes turbulencias ya a 80 km/h, algo que se soluciona en parte si se monta el deflector aerodinámico disponible, pero que anula las dos plazas traseras. Aun con este elemento puesto, a partir de 100 km/h se volverá a sufrir bastante ruido y turbulencias.

Mini Cabrio
En marcha, hay turbulencias a partir de 80 km/h, algo más si se pone el deflector.

Interior justo, pero con tecnología sobrada

En el Mini Cabrio, con sus 3,88 metros de longitud (lo mismo que el modelo cerrado), obviamente no es un coche especialmente amplio en su interior.

Sobre todo en los asientos traseros, pequeños, incómodos por su vertical respaldo y con difícil acceso (que mejora evidentemente si el coche está descapotado).

Donde sí se nota una evolución respecto al modelo anterior es en el salpicadero. Mucho más moderno y tecnológico, además de minimalista. Y todo en gran parte gracias a su pantalla circular de tipo OLED y nada menos que 24 centímetros de diámetro. Tiene un funcionamiento muy rápido y sus gráficos y animaciones son muy llamativas y claras de leer. Eso sí, sus innumerables menús requieren de un tiempo de adaptación.

Mini Cabrio
La gran pantalla circular OLED de 24 centímetros tiene todo el protagonismo interior.

Claro que un software tan moderno (Mini Operating System 9) tiene también sus defectos. No me parece muy acertado interrumpir la música o el programa que se vaya escuchando si se cambia de modo de conducción y para dar prioridad a la musiquilla asociada a ese modo.

O, más grave y que ya no depende del software de infoentretenimiento: si se apaga el coche sin el aire acondicionado encendido, al arrancar estará activado y soplando de lo lindo. Algo incomprensible. Y más en un coche de estas calidades y con una marca premium detrás de su construcción, como es BMW.

Tampoco cuadra mucho con el coche la lámina de plástico que se eleva para reflejar los datos de velocidad, etc., en una especie de sucedáneo de ‘head-up display’ y que se configura como el sustituto de un cuadro de relojes al uso. Y que, además, se verá con el reborde trasero atravesando la pantalla, del propio hueco donde se esconde.

Mini Cabrio
No hay relojes tras el volante. Solo una pestaña de plástico a modo de ‘head-up display’.

El maletero es lo que es. Y en este coche tampoco se puede pedir mucho más. Sus 215 litros se reducen todavía más, hasta los 160 cuando el techo está plegado. Algo curioso y muy positivo es que, con el techo puesto, se puede elevar unos centímetros la capota de lona y su estructura para poder introducir alguna maleta un poco más voluminosa.

El motor más pequeño resulta divertido y suficiente

Aunque el resto de los Mini cuentan con motores de cuatro cilindros y dos litros de cilindrada, las versiones cabrio (a excepción de la versión John Cooper Works) tienen mecánicas de solo tres cilindros y 1.5 litros. Todos se asocian al mismo cambio automático Steptronic de doble embrague y siete marchas, siempre con tracción delantera. Eso sí, sin levas tras el volante.

Y esta unidad de pruebas era la denominada ‘C’, la más sencilla, con una potencia de 163 CV. Pues bien, con esta versión no hacer falta recurrir a la ‘S’ de 204 CV y mucho menos a la JCW de 231 CV.

Porque aunque no es muy ligero, sus 1.450 kilos se mueven muy bien ya con este pequeño motor. Pasa de 0 a 100 km/h en 8,2 segundos y alcanza los 220 km/h. Su aceleración es fluida y bastante contundente, eso sí, una vez que la inicia, porque tiene un importante desfase cuando se pisa el acelerador a fondo rápidamente, hasta que el coche responde. Si se conduce en plan tranquilo, este desfase se diluye y su respuesta es prácticamente instantánea.

Mini Cabrio
Los asientos traseros son muy pequeños y algo incómodos. Casi para niños y trayectos cortos.

Además, el sonido del motor es agradable y refinado, disimulando perfectamente su condición tricilíndrica, por ese sonido metálico y por la ausencia de unas vibraciones mucho más evidentes en otros vehículos con motores de esta arquitectura.

El consumo homologado es de 6,5 l/100 km, pero, evidentemente, para conseguirlo hay que circular a una velocidad fija que no supere los 100 km/h. En ciudad o autovía, el gasto se elevará hasta los 7,5 litros. Es muy difícil que supere esa cifra.

Un coche nervioso

Es pequeño, juguetón, con un motor divertido… y la amortiguación acompaña a estas sensaciones juveniles: rebota bastante y hace que parezcas estar al volante de un kart gigante.

Esto, a los que busquen comodidad, no les va a encantar. Pero a los que busquen un coche que se ‘sienta’ y que se disfrute, se lo van a pasar en grande.

Mini Cabrio
Conducir este Mini es acumular sensaciones que invitan a ir cada vez más deprisa.

La dirección juega en la misma liga. Con sus poco más de dos vueltas de volante resulta rápida, directa, nerviosa, mucho más al pillar alguna irregularidad del asfalto. Y si el coche se encuentra en pleno apoyo, habrá que corregir, pero sus movimientos son muy nobles, así que es fácil volver a la trazada ideal. Todo para hacerte sentir eso, que se está pilotando una especie de kart grande.

Precio y equipamiento

Por fin nos dejan un coche que no sea el más alto de la gama. Porque además del modelo ‘C’, este es el acabado Classic, el más sencillo. Y aquí comienza el precio de la gama, que no es poco: 33.615 euros.

Pero por este precio no solo se tendrá un coche divertido y con un carisma especial, sino que también se trata de un coche de mucha calidad donde se nota la mano de BMW.

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Su capota se puede quitar o poner en menos de 20 segundos y hasta 30 km/h.

Además, el equipamiento es de lo más completo. No faltan, para empezar, varios modos de conducción, desde uno eficiente, pasando por normal o personalizado y hasta el más deportivo, que se encarga de sacar la quintaesencia de su mecánica. Estos modos se complementan en un interior que cuenta con climatizador bizona, radio DAB, volante calefactable, navegación o Apple Car Play y Android Auto inalámbrico. Por fuera, faros y pilotos de led, sensores de lluvia con difusores de agua caliente, llantas de 16 pulgadas (nuestra unidad llevaba unas espectaculares de 18, con un coste extra de 1.190 euros) o el acceso confort sin llave (590 euros).

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